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La Teogonía

Como la de Homero, la personalidad de Hesiodo está rodeada por el misterio. Quizá podría decirse que vivió entre los años 800 y 700 a. C., pero existen estudiosos que lo ubican mucho más tarde. Se sabe que las primeras manifestaciones de su genio poético se presentaron en la juventud, en forma de recitaciones y comentarios poéticos a Homero. En efecto, el joven poeta tempranamente abandonó su oficio de pastor y se instruyó como rapsoda. Con frecuencia, en festines y banquetes recitaba los poemas homéricos, y algunas veces sus propias creaciones a manera de prólogos.


Pero las obras que le valieron su merecida intemporalidad fueron los poemas La Teogonía y Los trabajos y los días. Estas dos creaciones reflejan la influencia de Homero, sobre todo en el aspecto formal y en el lenguaje. En verdad, Hesiodo respetó la manera de expresión impuesta por el poeta ciego y compuso su obra en hexámetros esdrújulos, medida propia de la epopeya homérica. Sin embargo, en dichas obras se advierte un marcado cambio de actitud que distingue el trabajo hesiódico. Frente a la intención emocional, apasionada y preocupada por la verosimilitud que exhibe Homero, Hesiodo introduce en el ámbito de la literatura un propósito descriptivo racional, metodológico, y fundamentalmente preocupado por la verdad. La profusión y complejidad de relaciones desplegadas en La Teogonía, responde a su deseo de ordenar, en un sistema racional y comprensible, la prolijidad exuberante de los dioses homéricos en el presente justo y verdadero de los olímpicos. El mismo presente que añora en Los trabajos y los días, cuando convirtiéndose en el primer escritor revolucionario de Occidente, denuncia y condena los atropellos de los jueces y los poderosos, y pide un mundo regulado por la verdad y la justicia.



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