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Don Quijote de la Mancha

El Quijote es quizás la obra de la literatura universal que mayor número de estudios críticos y comentarios ha merecido. Y es que, a pesar de que Cervantes (1547-1616) en repetidas ocasiones afirmó que su intención al escribirlo no era otra ¨que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías¨, los alcances del libro son tantos, que éste ha dado motivos de reflexión y auténtico regocijo a muchos importantes lectores de todas las épocas. Incluso se relatan casos extremos, como el del médico psiquiatra Sigmund Freud, quien aprendió el castellano con el único propósito de leer la obra en su idioma original.


La vida de Cervantes transcurrió entre estrecheces económicas, frecuentes cambios de residencia y tristes episodios. Poco se sabe acerca de sus estudios, que, desde luego, no alcanzaron el grado universitario. En 1571, Cervantes participó en la batalla de Lepanto y recibió una herida en el pecho y otra en la mano izquierda, que le quedó anquilosada. Cuando regresaba a España en 1575, fue apresado por los turcos. Así, permaneció cautivo en Argel durante varios años, En 1587, después de su matrimonio con Catalina de Salazar, Cervantes se estableció en Sevilla, donde desempeñó el humilde cargo de comisario real de abastos. Ejerciendo su empleo, se vio envuelto en enojosos incidentes: fue excomulgado y arrestado un par de veces. En 1606, fijó su residencia en Madrid de modo estable. El éxito del Quijote, publicado en 1605, le dio prestigio literario y le permitió concurrir a academias y reuniones de escritores, aunque no logró mejorar su siempre apurada situación económica.


Siendo el Quijote una parodia de las historias de caballeros andantes, su estructura narrativa, así como los recursos empleados por el autor, anticipan de manera magistral todo el movimiento novelístico que se ha de instaurar sobre la comprensión de la realidad. Sus personajes están retratados de manera verosímil y aprehensible; poseen tal vida y tan acentuada personalidad, que el lector tiende inconscientemente a creer que lo que está leyendo es el relato fiel de algo que ocurrió a personas que realmente existieron. Muchos escritores han pretendido llegar a esto, pero pocos lo han logrado, menos aún, con la perfección de Cervantes.


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