Ercilla era de noble linaje y desde niño estuvo al servicio del rey. Atraído por la conquista americana, se alistó como voluntario y participó en la guerra de Chile (1555), que después recreó en su obra. Volvió a España en 1563, de nuevo al servicio real, y ejerció misiones de carácter diplomático. El resto de su vida transcurrió en Madrid, en medio de la opulencia y la tranquilidad.
Frente a los otros poemas épicos, La Araucana se caracteriza por no presentar un protagonista único, sino múltiples, pertenecientes por igual al bando araucano y español. El poema está lleno de colorido y realismo. El hecho de que Ercilla participara en las hostilidades sirvió para darle a la obra vivacidad y verosimilitud. De ahí que las descripciones de las batallas y de los encuentros personales hayan sido señaladas como uno de los grandes méritos de la obra.
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